Traductor

Obesidad
La Compulsión (1ª parte)
La compulsión ha recibido diferentes nombres desde que la cultura de las dietas se esparció. Se la llama atracón, transgresión, ansiedad. Vivimos la compulsión como una amenaza o una catástrofe. Le tenemos miedo y quisiéramos que no exista. Tratamos de apartarla como a un enemigo y no podemos. No importa cuanta fuerza de voluntad hayamos puesto en la dieta de turno, ni cuanto dinero hayamos gastado en consultas a nutricionistas o dietistas, ni cuanto nos hayamos esforzado haciendo ejercicios para quemar calorías, ni cuantas pastillas o productos para adelgazar hayamos tomado, ni cuanta terapia hayamos hecho, como burlándose de nosotros el peso vuelve a subir. Hacemos dieta de lunes a viernes, y sábado y domingo las compulsiones nos invaden. Hacemos dieta de 8 a 18 y después no podemos parar de comer hasta que nos vamos a dormir, e incluso nos levantamos de la cama durante la noche para seguir comiendo. Tratamos a las compulsiones como enemigos, y sin duda los son porque ese es nuestro enfoque, nuestra vivencia y nuestra creencia, y en esta ronda sin fin de dietas y atracones, de subidas y bajadas, perdemos las compulsiones como avisos de otras hambres: hambre de afecto, de seguridad, de crecimiento. Comemos “en vez de”. No se trata entonces de pelearnos con la compulsión sino de averiguar qué nos pasa.
Todos tenemos hambre de algo. La compulsión nos lo grita. Aprendamos a oír su voz desesperada. Es nuestra voz interior que tiene hambre, y si no la escuchamos nos perdemos la oportunidad de entender su mensaje y, lo que es peor aún, de satisfacerlo, para acercarnos así a nuestro bienestar. “Primero fue el alcohol, luego el cigarrillo y ahora la comida. Ya no tengo a dónde ir”, me decía un participante. “Sí tenés a donde ir”, le respondí, “A VOS MISMO”. Continuara…
por Elena B. Werba

No hay comentarios.: