Comer por ansiedad: Hambre de “otra clase”
Se llama “trasgresión” a la ansiedad por comer desde que la cultura de las dietas se esparció. Solemos vivirla como una amenaza o una catástrofe. Le tenemos miedo y quisiéramos que no exista. Tratamos de apartarla como a un enemigo y no podemos.
No importa cuánta fuerza de voluntad hayamos puesto en la dieta de turno, ni cuánto dinero hayamos gastado en consultas a nutricionistas o dietistas, ni cuánto nos hayamos esforzado haciendo ejercicios para quemar calorías, ni cuántas pastillas o productos para adelgazar hayamos tomado, ni cuánta terapia hayamos hecho; como burlándose de nosotros el peso vuelve a subir. La ansiedad es un mensajero valioso: nos cuenta una historia, realiza una declaración, hace una pregunta, y presenta una oportunidad para reexaminar lo que se había perdido, ignorado. Aprendamos a oír su voz, es nuestra voz interior que tiene hambre: hambre de autoexpresión, de sexo satisfactorio, de compañía gratificante, de contención afectuosa, de trabajo creativo, de poder poner límites. Todos tenemos hambre de algo y la ansiedad nos lo grita. Si no la escuchamos nos perdemos la oportunidad de entender su mensaje, y lo que es peor aún, de satisfacerlo, para acercarnos así a nuestro bienestar.
Primero fue el alcohol, luego el cigarrillo y ahora la comida; ya no tengo a dónde ir.
Sí tenes a donde ir: a vos mismo.
Prof. ELENA B. WERBA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario